Inmerso en una atmósfera naif, cuya magia parece haber desplegado un tapiz autóctono, este mural nos transporta siglos atrás al corazón de un bosque de osos, cercano a una villa de Bélgica. El abrazo entre dos de ellos, ilumina de ternura un naranjo. Podría ser un inicio a las leyendas locales que convertirían al poderoso animal en símbolo entrañable de la ciudad de Brujas.