Este mural es un homenaje a la gente del campo y a su vida afable. Los animales del campo aportan las notas de color a este mural, de contornos diluidos, como un daguerrotipo envejecido que evoca una postal del pasado. Delgados juncos de blanco tocado bordean el arroyo en primer plano. Ovejas y ñandúes se detienen a observarnos y al fondo, un molino rompe la línea uniforme de verticalidad que conforman los eucaliptos centenarios.